24 de julio de 2014, 23:59
El inmovilismo y la terquedad siguen siendo armas empleadas por la Federación de Ángel María Villar para condenar a la continuidad de la prohibición que impide a los equipos a beneficiarse por la venta de camisetas de sus jugadores con dorsales personalizados, como sucede en Primera y Segunda, y antaño en la propia Segunda B.
Es un absurdo castigo para los futbolistas de la categoría en lo que la Federación no ha reparado y que no molesta en exclusiva a los futbolistas sino también a los aficionados.
Se ha confirmado este jueves en Madrid, en la asamblea anual, que la Federación no está por la labor y no se conocen los argumentos esgrimidos para ignorar esa petición que a nadie perjudica. De esta forma en Segunda B veremos otra campaña utilizar los dorsales del 1 al 11, más los de los suplentes.
Tal vez el sindicato de jugadores AFE tendría en este tema una posibilidad de defender a sus patrocinados ante la absurda e injusta decisión federativa de seguir menospreciando a la Segunda B con estas determinaciones.