23 de mayo de 2012, 0:15
En Córdoba tenía que ser. El Cartagena, y con un testigo tan singular como era el mismo entrenador, Paco Jémez, que consumaba el ascenso dirigiendo a los albinegros hace tres años en Alcoy, vuelve a ser equipo de Segunda B. Demasiado poco, ni tres años ha durado la alegría en casa de un pobre club que jugó a ser alto, guapo y fuerte y que se ve estrellado copn todas las de la Ley.
Un Cartagena que ha sido todo menos equipo, con futbolistas que parecía mentira que hayan sido algo en el fútbol español, incluso internacional, y que han terminado arrastrándose por muchos campos de Segunda. Una imagen lamentable que ha tenido la rúbrica en esta Córdoba hermosa llena de patios lleno de flores, patrimonio de la Humanidad.
Una vez más el equipo ha dejado una imagen patética, asombrosamente pésima y digna de un colista de equipos colistas. El Cartagena no es que lo haya hecho mal. Ha sido peor. Malo desde que arrancó la temporada y eso que la Efesemanía volvió a despertar con la llegada de futbolistas que parecían grandes jugadores pero que han decepcionado en su inmensa mayoría empezando por los porteros, los laterales, los centrales, los centrocampista y delanteros que llegaron con vitores de ‘estrellas’ pero que han terminado en el más rotundoi de los fracasos.
Por fortuna algo nos queda y esa la afición, esa legión de jóvenes y no tan jóvenes seguidores cartageneristas que, en la mayoría de los casos, estarán dispuestos a seguir apoyando al equipo en Segunda B a poco que Paco Gómez haga un acto de conciencia y tenga con ellos los gestos, los detalles que haría cualquier presidente que aspire a algo más que pagar las nóminas. En Córdoba, aunque pocos, vimos a algunos de esos aficionados que están y van a seguir estando con un equipo al que le espera ahora una dura travesía.
En Córdoba tenía que ser. Sí. Pero la vida no se acaba. Lo que hay que hacer desde hoy mismo es generar la ilusión perdida por arte de magia. Hay mucho trabajo por delante y Paco Gómez tiene que ser el primero en dar el paso adelante.
Un Cartagena que ha sido todo menos equipo, con futbolistas que parecía mentira que hayan sido algo en el fútbol español, incluso internacional, y que han terminado arrastrándose por muchos campos de Segunda. Una imagen lamentable que ha tenido la rúbrica en esta Córdoba hermosa llena de patios lleno de flores, patrimonio de la Humanidad.
Una vez más el equipo ha dejado una imagen patética, asombrosamente pésima y digna de un colista de equipos colistas. El Cartagena no es que lo haya hecho mal. Ha sido peor. Malo desde que arrancó la temporada y eso que la Efesemanía volvió a despertar con la llegada de futbolistas que parecían grandes jugadores pero que han decepcionado en su inmensa mayoría empezando por los porteros, los laterales, los centrales, los centrocampista y delanteros que llegaron con vitores de ‘estrellas’ pero que han terminado en el más rotundoi de los fracasos.
Por fortuna algo nos queda y esa la afición, esa legión de jóvenes y no tan jóvenes seguidores cartageneristas que, en la mayoría de los casos, estarán dispuestos a seguir apoyando al equipo en Segunda B a poco que Paco Gómez haga un acto de conciencia y tenga con ellos los gestos, los detalles que haría cualquier presidente que aspire a algo más que pagar las nóminas. En Córdoba, aunque pocos, vimos a algunos de esos aficionados que están y van a seguir estando con un equipo al que le espera ahora una dura travesía.
En Córdoba tenía que ser. Sí. Pero la vida no se acaba. Lo que hay que hacer desde hoy mismo es generar la ilusión perdida por arte de magia. Hay mucho trabajo por delante y Paco Gómez tiene que ser el primero en dar el paso adelante.
